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Más de 40 animales, en su mayoría de gran tamaño, disfrutan de una nueva vida en las instalaciones de ‘La manada cántabra’ en Oruña de Piélagos

A punto de celebrar su primer año de vida, los promotores del primer refugio animal o santuario cántabro, Carlos Llorente y Patricia López, aseguran que, a pesar del “infierno” que supone todo el papeleo burocrático necesario para hacer las cosas “de manera legal y transparente”, su mayor satisfacción es “ver cómo vinieron y cómo están ahora”

Más de 40 animales de producción, en su mayoría de gran tamaño, disfrutan en la actualidad de una nueva vida, ahora tranquila, en las instalaciones del refugio animal ‘La manada cántabra’ en Oruña de Piélagos.

A punto de celebrar su primer año de vida, los promotores de este proyecto, Carlos Llorente y Patricia López, aseguran que, a pesar del “infierno” que supone todo el papeleo burocrático necesario para hacer las cosas “de manera legal y transparente”, su mayor satisfacción es “ver cómo vinieron y cómo están ahora”.

Carlos Llorente recuerda el caso de las yeguas decomisadas en Quijas o de las vacas incautadas en Sarón por el SEPRONA, que estaban en los huesos y que, según dice, “como en una radiografía, les podías ver los huesos”.

Por ello, se muestra convencido de que comprobar su evolución es “un buen motivo de alegría”, si bien reconoce que “son muchos los quebraderos de cabeza”.

No sólo se recatan perros y gatos

Carlos Llorente y Patricia López llevaban años colaborando, a título individual, en la recogida de animales domésticos cuando decidieron dar un paso más y abrir el primer refugio o santuario para todo tipo de animales de Cantabria.

“Siempre tenemos la  imagen de que hay que salvar perros y gatos, pero hay muchos más animales”, recalca  Patricia López, quien explica que en el caso de los burros, los caballos o las ovejas, por ejemplo, si no hay donde llevarlos van directamente al matadero.

Para evitarlo, Carlos Llorente compró un terreno junto a su casa, en la localidad de Oruña, y así y allí empezó todo, en octubre de 2021. Tal y como él mismo cuenta, enseguida se supo de su existencia entre las protectoras animalistas de Cantabria y la evolución fue tan rápida que, pronto, se sintieron “desbordados”.

En este sentido, Patricia López hace hincapié en que, para el desarrollo de su actividad diaria, ‘La manada cántabra’ se enfrenta  a  “muchas limitaciones”, entre las que destaca la falta de terreno o los elevados costes económicos que conlleva el mantenimiento y cuidado de una familia tan grande.

“Con la ayuda de muchos vecinos, localizamos esos  terrenos, en ocasiones, perdidos, que arrendamos y limpiamos, lo supone además de mucho trabajo un gasto, pues los cerramos y acondicionamos para los animales”, aclara Carlos Llorente, quien comenta que cada estaca cuesta cuatro euros, a los que hay que sumar los rollos de malla -que tienen un precio de 200 euros cada uno-, los paneles, las casetas, etc.

“Hemos invertido mucho dinero y seguimos haciéndolo, pero tenemos que hacerlo sostenible”, aseguran los promotores de este refugio animal quienes se muestran convencidos de que, sin la ayuda de particulares -a través del teaming, las donaciones en el número de cuenta (ES48 0049 5317 1122 1606 2554) o el apadrinamiento de los animales- y de las administraciones, “no podremos seguir, pues estamos tirando de nuestros ahorros”.

¿De dónde llegaron Scar, Holy o Satur?

Scar, su madre Holy, Satur o Coque, el ternero de Cony, son algunos de los integrantes de ‘La manada cántabra’, animales que llegaron a este santuario de Oruña de Piélagos después de ser abandonados, cedidos por sus propietarios o decomisados por el SEPRONA debido a las malas condiciones en las que se encontraban.

Patricia López afirma que, junto con los abandonos en la vía pública, lo habitual  son los animales de producción en mal estado, que permanecen atados, con falta de comida y de agua y que son decomisados por las autoridades competentes.

En la misma línea, se refiere a esos otros propietarios que, debido a enfermedades graves, no puede atender a los animales y los ceden, así como a esos otros que, cuando éstos agotan su vida reproductiva, en lugar de llevarlos al matadero los entregan a refugios y santuarios.

 “En ocasiones, nos llegan animales muy viejecitos, que sólo están con nosotros cuatro o cinco meses, pero lo último de su vida lo viven bien”, apostilla esta mujer.

Aunque ambos son conscientes de dónde se metían cuando emprendieron este proyecto, también lo son de cuántos animales pueden llegar a alimentar y cuidar.

 “Si tuviéramos un terreno de 100.000 metros cuadrados habría hierba para todos los animales, pero contamos con parcelas pequeñas en las que la hierba se acaba en una semana por ello, luego hay que seguir alimentándolos con  pienso y forraje”, relata Carlos Llorente, quien precisa que la última factura fue de 1.645 euros.

De hecho, reconoce que en la alimentación se va “muchísimo presupuesto”, sin olvidar de los gastos veterinarios. “Si es caro el tratamiento de un perro o un gato,  que alguien se imagine el de un burro o un caballo”, bromea.

Concienciar, la mejor forma de salvar animales

A lo largo de todo este año, ‘La manda cántabra’ ha venido organizando jornadas de voluntariado animal algunos domingos que, en opinión de Patricia López, vienen muy bien para concienciar, su “primer objetivo”, ya que, según dice, “es la mejor forma de salvar animales”.

Patricia López cuenta que a los participantes en estas actividades se  les enseñan los animales; ayudan a atenderlos y a recoger las fincas; en ocasiones se apuntan al teaming y, en definitiva, es “una manera de crecer”.

Por otro lado, elogia el trabajo que han venido desarrollando los “voluntarios fijos”, que son esos que acuden una vez a la semana, un mínimo de dos horas, por la mañana o por la tarde y que permiten a los promotores de este refugio animal “liberarse” de tareas como la alimentación de los animales,  lo que les permite ocuparse de otras pendientes como la construcción de nuevas instalaciones o la realización de papeleo.

Para el nuevo curso 2022-2023, su siguiente objetivo será organizar actividades de sensibilización animal con los centros educativos del municipio, mientras esperan la nueva Ley que recogerá, por fin, la figura de los santuarios o refugios animales.

“Ahora mismo no está observada y nos tratan como ganaderos, pero sólo para pagar porque no podamos recibir ningún tipo de ayuda ya que no somos explotaciones ni de producción animal ni lechera”, subraya Carlos Llorente.