Cultura

20 años de unos hallazgos de gran relevancia en Piélagos

En 2004 el grupo de espeleología GEIS C/R, dentro de sus prospecciones del Valle de Piélagos, acompañados en esta ocasión por miembros de Mortera Verde, descubrieron en la cueva de Las Penas o Los Perros (Mortera) un yacimiento arqueológico donde destacaba sobre todo la presencia de numerosos restos óseos humanos, pertenecientes a varios individuos

Corriendo el año 2004, el grupo de espeleología GEIS C/R, dentro de sus prospecciones del Valle de Piélagos, acompañados en esta ocasión por miembros de Mortera Verde, descubrieron en la cueva de Las Penas o Los Perros (Mortera) un yacimiento arqueológico donde destacaba sobre todo la presencia de numerosos restos óseos humanos, pertenecientes a varios individuos.

Este descubrimiento se comunicó a los responsables del Servicio de Patrimonio del Gobierno de Cantabria, quienes encargaron a la arqueóloga Ángeles Valle la realización de un peritaje técnico sobre el mismo. Durante la consiguiente exploración de la cavidad, se comprobó la realizaron una serie de hallazgos de gran relevancia, destacando una placa decorada de bronce correspondiente a un cinturón hispanovisigodo.

También hubo ocasión de evaluar la conservación del depósito arqueológico y detectar así la negativa influencia del río subterráneo, ocasionalmente activo en épocas de fuertes lluvias, y que estaba desmantelando paulatinamente el suelo de la galería principal, donde los materiales arqueológicos visibles eran más abundantes.

La presencia de objetos de época visigoda junto a restos humanos invitaba a pensar en un uso sepulcral de la cueva en un periodo realmente mal conocido de nuestra historia, y en Cantabria ya se tenía constancia de prácticas funerarias anómalas en cueva (La Garma y algún otra) durante esa época, que nunca habían podido ser bien comprendidas.

Esta oportunidad, unida a la certeza de los procesos de destrucción paulatina del depósito, aconsejó la realización de una intervención arqueológica de salvamento de los restos visibles, junto a una prospección exhaustiva de toda la cavidad.

El proyecto fue presentado enseguida y autorizado y ejecutado en un tiempo récord, que ocupó varios meses del tramo final de 2004. El mismo consistió en la excavación por cuadrículas del área principal de la confluencia del lecho del río y las galerías finales y en la prospección visual y magnética del lecho del río.

El equipo de arqueólogos y voluntarios fue dirigido por Ángeles Valle y coordinado por quien firma, con la inestimable ayuda de la antropóloga forense Silvia Carnicero.

Tras dichos trabajos se pudo documentar un extenso y complejo yacimiento sepulcral tardoantiguo, fechado entre los siglos VII y VIII, que certificaba la presencia en la cueva de los cadáveres de un mínimo de 13 individuos, de los que hay 8 adultos (3 mujeres, 4 varones y un indeterminado), 4 infantiles y 1 neonato.

Estaban depositados junto a un importante ajuar personal, integrado por cinco guarniciones completas de cinturón (compuestas de placa liriforme y hebilla, decorados a molde y uno de ellos, damasquinado), una sexta hebilla de otro cinturón, dos pendientes, un anillo, un encendedor de chispa de tipo briquet …. Además, se recuperó abundante ajuar doméstico (calderos de tipo “herrada, acetre, ollas de cerámica) y algún arma (hacha, regatón de lanza).

Aún sin haber desentrañado del todo la razón de este peculiar enterramiento colectivo “fuera de lugar sagrado”, en una época ya plenamente católica, haber estudiado con metodología arqueológica este yacimiento ha servido para establecer un paradigma con el que entender otros hallazgos similares en cueva como lugares funerarios anómalos o fuera del canon cristiano.

También nos ayuda a documentar en el entorno una población local hispanorromana plenamente visigotizada, cuyo núcleo está aún pendiente de localizarse.

Los broches de cinturón (la mejor colección del norte de España) se encuentran expuestos en el MUPAC y una copia en el Centro de Interpretación Valle de Piélagos.

Mariano Luis Serna Gancedo