Servicios sociales

Una docena de niños de piélagos participan, junto con sus familias, en el programa municipal ‘Creciendo Juntos’

Desde octubre de 2016, el proyecto del Ayuntamiento de Piélagos ofrece una atención integral a niños de entre 3 y 11 años con alguna discapacidad, pero también a sus padres

‘Creciendo Juntos’ es un programa “personalizado y vivo”, ya que cambia en función de las necesidades de cada niño, pero también de su propia evolución

A lo largo de todo el verano, el proyecto municipal ha seguido ofreciendo un servicio de logopedia y fisioterapia a los niños, dando continuidad a los apoyos recibidos durante el curso escolar

A sus nueve años Beltrán, un niño de Piélagos al que le fue diagnosticada la falta de una parte del Cromosoma XI, María (su madre), Elisa (su logopeda) y Raisa (su fisioterapeuta) juegan en el mismo equipo.

El suyo compite en una Liga muy particular, que no tiene lugar los fines de semana sino que, por el contrario, se gana día a día. Principalmente, en casa, pero también en el colegio y, cómo no, en la calle.

Beltrán participa en el Programa ‘Creciendo Juntos’, un proyecto del Ayuntamiento de Piélagos que, desde el año 2009, venía trabajando en la eliminación de las barreras arquitectónicas y en la sensibilización de la población.

Sin embargo, fue en octubre de 2016 cuando este proyecto municipal tomó un nuevo rumbo para ofrecer, como novedad, una atención integral a los niños con discapacidad y también a sus familias.

Un equipo multidisciplinar, integrado por una logopeda, una fisioterapeuta, una terapeuta ocupacional y dos integradores sociales, fue el encargado de  poner en marcha un proyecto, que atiende a una docena de niños, con edades comprendidas entre los 3 y los 11 años.

En todos los casos,  los menores reciben sesiones individualizadas, siempre en función de sus necesidades, que son dirigidas por dos fisioterapeutas y una logopeda.

 “Muchas veces los padres saben infinitamente más que nosotras y de ahí que lo primero que hiciéramos fuera recabar toda la información posible en una entrevista inicial, para saber cómo funcionaba cada familia en el día a día y en qué podíamos ayudarles”, rememora la logopeda Elisa Gómez.

Elisa Gómez y su compañera Raisa González, fisioterapeuta, coinciden en describir ‘Creciendo Juntos’ como un programa “personalizado y vivo”, ya que cambia en función de las necesidades de cada niño, pero también de su propia evolución. 

 

La historia de Beltrán

 María Pereda recuerda que, ya con seis meses, se dio cuenta de que Beltrán no llevaba una evolución normal porque “prácticamente no aguantaba la cabeza, le intentabas coger las manos y no te agarraba”.

Fueron estas señales de alarma las que le llevaron al pediatra quien, después de explicarle que cada niño evoluciona de una manera,  al final, les derivó a Atención Temprana.

“Después de un tiempo allí con logopedas y fisios, nos mandaron a Neuropediatría, donde le empezaron a mirar, pero no le encontraban nada”, relata la madre de Beltrán, quien apunta que fue con siete años cuando “conseguimos que le hicieran una Array, una prueba genética, que confirmó que le faltaba una parte del Cromosoma XI”.

María se considera “una privilegiada” por haber ido a Neuropediatría y por haber tenido la posibilidad de hacer una prueba para determinar qué le pasaba a su hijo.

Sus palabras son refrendadas por Elisa Gómez, quien afirma que hay niños que todavía no tienen ningún diagnóstico, a los que ponen un retraso psicomotor evolutivo, que es “un cajón desastre”.

 

Educación combinada

A pesar de que no hablaba ni una sola palabra -la mayor afección de su discapacidad tiene que ver con el habla- , a los tres años, como su hermano mayor, Beltrán inicio su etapa escolar en la Cooperativa de Enseñanza Antonio Robinet, de Vioño, donde María no duda en reconocer que “nos ayudaron infinitamente, a él y a mí”.

No obstante, señala que, al pasar el tiempo y comprobar que no avanzaban lo suficiente, buscaron “otras opciones”, siempre pensando en qué era “lo mejor para él”.

La fórmula finalmente elegida es lo que se conoce como “educación combinada”, es decir, cuatro días a la semana, de lunes a jueves, en el Centro de Educación Especial Padre Apolinar de la Fundación Obra San Martín, en Santander, y uno, los viernes, el Colegio Antonio Robinet, en Vioño.

 

Logopedia y fisioterapia, también en verano 

Este verano, Beltrán, al igual, que el resto de los niños que participan en el Programa ‘Creciendo Juntos’ ha continuado con sus sesiones de logopedia y fisioterapia, dando continuidad a los apoyos recibidos durante el curso escolar.

Elisa Gómez comenta que Beltrán es niño que tiene hiperactividad y, por eso, puntualiza, “no puedes plantarle un ejerció típico, para que haga una ficha, en la que rodee las letras porque se aburre”. De hecho, reconoce que a él le van mejor otros “más dinámicos”.

“Nosotros jugamos al lince, trabajamos el vocabulario, le pido que haga una frase con la palabra que acabamos de encontrar, que la diga bien cuando no lo hace correctamente”, detalla la logopeda.

María Pereda cuenta que su hijo Beltrán es incapaz de atarse un botón o que siempre se calza al revés, cosas que, en su opinión, mucha gente no tiene conciencia de lo que es.

“Siempre me tengo que levantar media hora antes, porque tiene que tomar la medicación y, a veces, lo hacemos a la primera, pero, otras, se nos tuerce y no queremos, se nos cae la pastilla porque la queremos coger solos y la pinza no funciona”, ejemplifica esta madre, quien resume con un “son muchas cosas” el arranque de su día a día.

Precisamente, Raisa González  confirma que las mayores preocupaciones de los padres, en las que se centra el programa municipal, están relacionadas con el autocuidado.

“Trabajos mucho la autonomía, que tengan una mejor motricidad fina para calzarse, para coger los cubiertos, para cortar un filete, que sepan cuál es el pie izquierdo y el derecho a la hora de ponerse unas zapatillas”, describe la fisioterapeuta, quien añade que se busca fomentar unas capacidades que minimicen unas carencias que “se notan mucho en el hogar”.

 

Nunca sabes lo que te puede pasar

María Pereda no duda en reconocer que, “a veces, para los padres es muy difícil de asumirlo”. Aún así, continúa, “una vez que sabes que tienes ese problema, hay que cambiar el chip y buscar el bien del niño”.

“Privilegiada” en el sentido de que su hijo siempre ha sido muy bien aceptado en el colegio, como ella misma repite una y otra vez, la madre de Beltrán, lamenta que, en otros casos, la discapacidad “no está incluida”.

“Se me parte el alma cuando hay otros niños con problemas, a los que se les tacha desde el minuto número uno”, apostilla María, quien siempre dice a sus hijos que “hay que valorar a todo el mundo como es”.

Desde su experiencia, aclara que hay niños a los que se les ve que tienen una discapacidad, mientras que hay otros a los que, al no hacerlo, la gente no es consciente de su problema, como en el caso de autismo.

Por ello, asegura “hay que se  ser tolerante porque nunca sabes, en esta vida, qué te puede pasar”.

María Pereda concluye que “hay que respetar a todos los niños” porque, muchas veces, sin querer, los padres son culpables de la actitud y/ comportamiento de sus hijos, ya que son su continuidad y, en ocasiones, dicen o hacen lo que escuchan de los mayores.